Primero sacamos la entrada.
Nos costó una moneda (de mentira, claro)
Compramos un vasito de palomitas que también tuvimos que pagar.
Dos compañeras nos rompían el ticket para poder entrar en la sala.
Los acomodadores nos ayudaron a encontrar nuestro sitio. Algún niño llegó cuando ya se habían apagado las luces. ¡Menos mal que tenían linternas!
Ya estábamos todos preparados para ver la película ALVIN Y LAS ARDILLAS 3. ¡¡Fue muy divertida!!